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Toda una sorpresa: una Garnacha de Aragón profunda y larga que es pura sobriedad. Un vino difícil de encontrar, del que sólo tenemos unas botellas.
¿Por qué nos gusta?
Lajas es una Garnacha de Calatayud y hacía tiempo que no encontrábamos un vino así de bueno. Este Lajas cumple todas nuestras expectativas de un vino que es un auténtico lujo. Difícil de encontrar porque la producción es pequeña y porque venden la mayoría fuera de España.
Lajas es lo que se llama un vino de finca. Todo el vino sale de una única parcela. Una parcela muy especial porque está a 1020 m de altitud sobre el nivel del mar. Porque es un suelo muy pobre pedregoso. Porque es una garnacha de 1944. Y, claro, porque Lolo está detrás de todos los detalles.
Este viñador, como él se llama, conoce muy bien la garnacha y la ha trabajado en muchas condiciones y en muchas circunstancias. Por eso cuando se lanzó a crear Lajas, su proyecto propio, lo hizo con red. Conociendo como conoce la zona y la uva, no se le ocurría que pudiera dedicarse a otra cosa distinta. Toda esa experiencia está volcada en Lajas.
Todo lo que hay que saber de este vino
Tipo de vino:
Vino Tinto
Variedad:
Garnacha
Zona:
D.O. Calatayud
Crianza:
6 meses en barricas de roble francés de 500 L
Botella:
750 ml
Cata:
No sabríamos por donde empezar: si por esos aromas tan ricos y tan precisos, esa complejidad tan sobria... En fin, no queremos ponernos cursis pero es que el vino lo merece todo. Fino y delgado pero con profundidad y tremendamente largo. En fin, que difícil es hacer estas cosas y que buenas nos saben…
Con qué disfrutarlo:
Un buen pedazo de carne, un guiso de caza o… una buena compañía y una buena copa. Hay vinos que no necesitan más.
El productor: Las Lajas
Lolo y Mery son Manolo Castro y Meritxell Laborda, dos auténticos locos del vino. En el año 2015 se hacen con todo el proyecto de Lajas, del que antes tenían el 50%. Así empiezan a tomar forma su sueño. Un sueño que está hecho de Garnacha de Calatayud.
Lolo es enólogo y ha trabajado en algunos de los proyectos más importantes de la zona. Eso le ha permitido conocer muchas de las subzonas de la DO, viñedos, terroirs, altitudes y municipios. De todas las viñas, hubo una que le pareció única, por su emplazamiento: la Finca El Peñascal. Un viñedo de garnacha plantado en 1944 a una altitud de 1020 m. En pendientes del 18% con una excelente orientación Norte Sur. Lolo supo que si había de hacer un vino con su nombre, tenía que ser de ahí. Auténtico viñedo de montaña, aireado y sano.
Eso lo consiguió en 2015, cuando junto con su mujer Mery compró toda la finca. Ahí el sueño se hizo realidad. De ahí sólo sale un vino: las Lajas. El vino mimado de este proyecto con el que Lolo y Mery han puesto todo su empeño.
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