Moscato de Ochoa | Comprar Vino de Navarra en Vinistas

Moscato de Ochoa

de Bodegas Ochoa

¿Por qué nos gusta?

Adriana es la sexta generación de la bodega, y ha venido para revolucionarlos a todos. Es la enóloga, mientras que Beatriz, su hermanísima, se ocupa del marketing. Adriana ha descubierto muchas cosas entre sus viajes enológicas, y una de ellas fue esta: el Moscato d’Asti.

Vino típico italiano, es un espumoso de baja graduación (suelen rondar el 5,5%) semidulce. Digno de los paladares más golosos, Adriana pensó: ¡pero si esto lo puedo hacer yo en Olite! Dicho y hecho.

Escogió uvas de Moscatel de Grano Menudo (sí, sí se llaman así porque es una variedad distinta del Moscatel de mesa), que están plantadas en su finca de El Bosque. La elaboración es cuidadosísima y siguiendo la misma receta que el famoso Moscato d’Asti (que el bueno, que también los hay malos). Así este Moscato de Ochoa llega al mercado pisando fuerte.

No le añaden nada. Nada, de verdad: solo mosto fermentado y la burbuja natural. Por eso es tan fina. ¿Notas ya el cosquilleo?

Todo lo que hay que saber de este vino

Moscato de Ochoa

Tipo de vino:
Vino Blanco

Variedad:
Moscatel

Zona:
D.O. Navarra

Crianza:
Joven

Botella:
750 ml

Cata:
Su color es brillante y dorado, como si dijera “bébeme” a lo Alicia en el País de las Maravillas. Nos trae olores deliciosos: rosas blancas, algo cítrico, melón y, como no: ¡uvas! Quizás sea el vino de nuestro catálogo que más huele a uvas. ¡Como no nos va a gustar!

Con qué disfrutarlo:
Como buen semidulce, va bien con postres, aperitivos y chocolate. Limpia estupendamente la boca de la pastosidad del dulce más exquisito. Nuestro top es con tarta de manzana. Maravilloso.

El productor: Bodegas Ochoa

Vinistas

Bodegas Ochoa está en Olite (Navarra), y encontramos Ochoas allí desde 1845. De hecho, desde antes: los primeros de los que hay constancia datan del siglo XIV, pero como perdemos el rastro por el camino, decimos 1845. Ya es decir. Adriana y Beatriz son la sexta generación, y la primera de mujeres. Dos hermanas que complementan muy bien sus trayectorias para acabar haciendo estos vinazos: Adriana es enóloga, se ocupa del vino desde la cepa a la botella, y Beatriz viene del marketing y las ventas, así que se ocupa de la botella al mercado. Gracias a sus padres, la quinta generación, tienen ahora 145 hectáreas de vid y 58 hectáreas de olivos.

Su trabajo en la viña es ecológico. Si algo llevan por bandera, es su pasión por cuidar de la tierra de sus padres. Así, todos sus vinos tintos están certificados en ecológico. Los blancos no, pero el proceso que usan con casi todos ellos es igualmente respetuoso: la uva Moscatel es muy sensible. Para Adriana, la certificación ecológica no es hacer un vino y cubrir el nicho. Ella quiere que todos los vinos sean eco, y trabaja así desde 2010. La certificación viene más tarde, cuando toca. Lo importante es lo que se hace en la viña.

El viñedo está en Traibuenas, a las puertas de Las Bardenas, un desierto navarro que implica ese clima seco y con una diferencia térmica entre el día y la noche que es maravillosa para la calidad de las uvas. La calidad, que no la cantidad, pero es que ese no es el objetivo. Cuando las uvas son pocas, pero buenas y con sustancia, el vino lo nota. Nosotros lo notamos. Ellas buscan reflejar el suelo y el clima en los vinos, buscando una frescura y un equilibro que dista de la rusticidad por la que se caracterizaban los vinos navarros de hace tiempo. Elegancia, de la de verdad. Palabra de Vinista.

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