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Adriana Ochoa es la cuarta generación de una familia de viticultores. Con una estupenda bodega en Traibuenas, Navarra, su serie 8A es el paso delante de una enóloga convencida y comprometida.
Adriana Ochoa es la cuarta generación de una familia de viticultores. Con una estupenda bodega en Traibuenas, Navarra, su serie 8A es el paso delante de una enóloga convencida y comprometida.
Mirapiés es un vino hecho a sazón de tres parcelas distintas, con tres variedades diferentes: Tempranillo (Finca Santa Cruz), Merlot (Finca La Milla) y Cabernet Sauvignon (Finca El Bosque). A medio camino entre crianza y reserva, Mirapiés hace honor al precioso pedregal del que nacen sus viñas… y es que cuando caminas por él, solo puedes mirar el suelo que pisas.
Tipo de vino:
Vino Tinto
Variedad:
Tempranillo
Zona:
D.O. Navarra
Crianza:
15 meses de crianza en roble americano y francés
Botella:
750 ml
Cata:
Ese rojo rubí que nos salta a la vista nos habla ya del vino. Y es que no es un vino, es un vinazo. Cuando te lo acercas, la fruta estalla en tu nariz: frutas rojas, como a cerezas, bien maduras. Tras el estallido, también aparece lo floral, y un destello de regaliz que te hace la boca agua. Es muy mineral en boca, y sedoso al tiempo.
Con qué disfrutarlo:
Aquí lo tenemos clarísimo. Apostamos por las carnes al horno: un buen roastbeef, por ejemplo. También está delicioso con cualquier tipo de estofado, esa ternera que se te deshace en la boca… Y para aperitivos, si queréis abrirlo pronto, está delicioso con una tabla de quesos bien curados.
Bodegas Ochoa está en Olite (Navarra), y encontramos Ochoas allí desde 1845. De hecho, desde antes: los primeros de los que hay constancia datan del siglo XIV, pero como perdemos el rastro por el camino, decimos 1845. Ya es decir. Adriana y Beatriz son la sexta generación, y la primera de mujeres. Dos hermanas que complementan muy bien sus trayectorias para acabar haciendo estos vinazos: Adriana es enóloga, se ocupa del vino desde la cepa a la botella, y Beatriz viene del marketing y las ventas, así que se ocupa de la botella al mercado. Gracias a sus padres, la quinta generación, tienen ahora 145 hectáreas de vid y 58 hectáreas de olivos.
Su trabajo en la viña es ecológico. Si algo llevan por bandera, es su pasión por cuidar de la tierra de sus padres. Así, todos sus vinos tintos están certificados en ecológico. Los blancos no, pero el proceso que usan con casi todos ellos es igualmente respetuoso: la uva Moscatel es muy sensible. Para Adriana, la certificación ecológica no es hacer un vino y cubrir el nicho. Ella quiere que todos los vinos sean eco, y trabaja así desde 2010. La certificación viene más tarde, cuando toca. Lo importante es lo que se hace en la viña.
El viñedo está en Traibuenas, a las puertas de Las Bardenas, un desierto navarro que implica ese clima seco y con una diferencia térmica entre el día y la noche que es maravillosa para la calidad de las uvas. La calidad, que no la cantidad, pero es que ese no es el objetivo. Cuando las uvas son pocas, pero buenas y con sustancia, el vino lo nota. Nosotros lo notamos. Ellas buscan reflejar el suelo y el clima en los vinos, buscando una frescura y un equilibro que dista de la rusticidad por la que se caracterizaban los vinos navarros de hace tiempo. Elegancia, de la de verdad. Palabra de Vinista.
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