Saramusa

La historia de Iván Vázquez Pateiro se parece a la de muchos enólogos de su generación. Originario de Ribadavia, lleva los Vinos de Ribeiro en el ADN y el gusanillo del vino corre por sus venas. De familia de viticultores, ha visto a sus abuelos y a sus padres cultivar las viñas y hacer vinos. Con otros medios y con otras prioridades a las que se imponen ahora. Pero la pasión y el cariño eran los mismos.

Iván ha trabajado y sigue trabajando para otras bodegas. Hace vinos aquí y allí y le gusta. Así que parece que es algo casi natural que en su trayectoria llegara el momento de hacer algo por él mismo. Y aquí se impone su obsesión por la calidad y su entusiasmo por su comarca, Ribeiro. Eso es Patito Feo.

Pateiro, a través de sus Patitos Feos, se propone restaurar tradiciones en cultivo y elaboración que la industrialización del vino se ha ocupado en borrar. No se trata de hacer el vino como lo hacían sus padres. Sino de escoger aquellos procesos que tenían sentido y actualizarlos. Para ello usan las variedades autóctonas, Treixadura y Caiño.

Una de sus apuestas son los vinos para guardar. Pero no porque no sean buenos ahora. Sino por la simple curiosidad de ver como maduran, como evolucionan. Para ellos son como las personas que, con la edad, van cambiando. Los chicos de Patito Feo creen que en Ribeiro se dan todas las condiciones para hacerlo.

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