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Unas 1.200 botellas llenas de oro violáceo, de un vino más que especial que es relativamente joven: 2019. El Graciano tiene una acidez que te garantiza una larga vida en botella: larga vida al rey.
Pago de Larrea es una bodega familiar, pequeñita, hecha a capricho para la familia Larrea. En 2003 arrancan esta andadura, después de dejar atrás Viña Salceda, que fundaron pero se les hizo demasiado grande.
Tenían lo más importante: un fabuloso viñedo familiar, de Tempranillo, Garnacha, y algo de Graciano y de Viura, y para adelante.
La finca de la que proviene Caecus Graciano es la que rodea a la propia bodega. Bien cerquita. Sólo 5.000 metros. Esta variedad, como ya sabéis, sólo se usaba en mezclas, lo que es una auténtica pena. Los 8 hermanos se arriesgaron a vinificarla por separado y el resultado nos ha encantado.
Unas 1.200 botellas llenas de oro violáceo, de un vino más que especial que es relativamente joven: 2019. El Graciano tiene una acidez que te garantiza una larga vida en botella: larga vida al rey.
Tipo de vino:
Vino Tinto
Variedad:
Tempranillo
Zona:
D.O. Ca Rioja
Crianza:
Criado en barrica
Botella:
750 ml
Cata:
Nos ponemos serios con este vino. No busquéis frutitas facilonas. La Graciano es regia. Notas de tomillo y lavanda, algo especiado. Musculoso e boca con un frescor sorprendente. Y eso tan típico de la Graciano: fijaos como se agarra en las encías y como se alarga en el tiempo.
Con qué disfrutarlo:
Un vino serio para una comida seria. Un chuletón así a bote pronto. Quien dice un chuletón, dice un entrecot. O un pollo asado. Pero también, abrirlo por el gusto de beber algo realmente sorprendente. Dejad que las musas os inspiren la comida.
Los orígenes de esta familia de viticultores de Rioja Alavesa vienen de lejos. Su padre fundó en 1969 la bodega Viña Salceda, en la que participó como accionista y bodeguero durante 31 años. Viña Salceda creció. Creció mucho: aumentó la producción y entró capital nuevo. Más socios, más dinero pero también con eso se diluía la verdadera esencia con la que se había formado. En el 2000, con el cambio de milenio, llegó un cambio de vida: vendieron sus acciones de Viña Salceda y dieron el gran paso de crear un proyecto estrictamente familiar: Pago de Larrea.
Emprendieron este camino a partir de un viñedo propio que había plantado su padre en los 80. Construyeron la bodega en 2003, y se surten exclusivamente de viñas propias: una maravilla. Los ocho hermanos arrancaron junto a sus padres, con toda la ilusión que ahora nos transmiten en sus vinos. El día a día de la bodega es familiar, todo queda en casa: Loreto, Luis y Álex, mano a mano.
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