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Un vino con misterio. Mete la nariz y descubre por qué nos tiene tan entretenidos.
Pocos vinos tan misteriosos como el Palo Cortado. Un vino que nace para una crianza biológica pero que, en un momento dado, se decide cambiar a oxidativa. Esa combinación es sencillamente irresistible. Por compleja y por original.
Este de Juan Piñero fue en origen su propia manzanilla, la célebre Maruja. Esa Maruja que Juan ha conseguido trabajar con sus propias levaduras. Una crianza oxidativa de no menos de 10 años para una media de 12 años de edad. Nada le falta a este vino si sabemos beber y, sobre todo, oler con atención.
Y como nos gusta contároslo todo: 92 puntos Parker a ese precio. Para todo lo demás… metan la nariz en su copa, por favor.
Tipo de vino:
Dulce/Generoso
Variedad:
Palomino
Zona:
D.O. Jerez
Crianza:
1 o 2 años de crianza biológica y 12 años de crianza oxidativa. Una saca al año. Edad media 12 años.
Botella:
750 ml
Cata:
Disfrutad de ese precio color ambarino y de su increíble nariz: avellanas tostadas y regaliz, junto con una nota salina muy leve y algo como orejones secos. En boca, deja un largo final que paladear con gusto.
Con qué disfrutarlo:
Al modo clásico: patés, quesos azules y cualquier tipo de salazón. También marida perfecto con una buena conversación larga, una buena película o un libro.
En lo que se refiere a Vinos de Jerez hay pocos proyectos novedosos. Este lo es: su innovación ha sido precisamente volver al Jerez más genuino y artesanal.
En 1992 un constructor de la zona, llamado Juan Piñero, se hizo con una antigua bodega de los años 20. Un edificio precioso en plena Calle Trasbolsa, en el mismito Barrio Bajo de Sanlúcar. Una zona emblemática. Pero Juan Piñero, hasta entonces constructor puro y duro, cayó embrujado por el encanto del lugar y decidió, en contra de cualquier decisión económica mínimamente eficiente, continuar la labor a la que estaba dedicada: Bodega de Vinos de Jerez.
En 2013, Juan Piñero tuvo el acierto de contratar a Ramiro Ibáñez un fantástico enólogo de la zona. Se acabó la época de almacenista para otros. Empieza a crear y vender sus propias marcas: Manzanilla Maruja, es su símblo. Alejándose del Jerez industrial y sin carisma, la marca Juan Piñero empezaba con paso firme a conquistar a los puristas.
Orientado Este-Oeste, como manda la tradición para aprovechar las brisas marinas, con una altura más que considerable, sus enormes ventanas y su suelo de albero es la combinación perfecta de amor a primera vista y tradición que hacen de los vinos de Juan Piñero unos auténticos vinos de Jerez.
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