Vino de sed, lo mejor para el verano

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Vino de sed, lo mejor para el verano

Ruth de Andrés | 12 mayo, 2022

Los vinos de sed venían a reclamar el derecho a beber rico sin comerse la cabeza sobre el con qué, el cómo y el dónde. Es la respuesta del consumidor a tanta potencia.

 

Los vinos de sed venían a reclamar el derecho a beber rico sin comerse la cabeza sobre el con qué, el cómo y el dónde. Es la respuesta del consumidor a tanta potencia.

Para aquellos que más catadores son bebedores, el vino de sed es la respuesta a sus ruegos. Vaya que, en cierto modo nos identificamos con ellos. Eso no quiere decir que no nos gusten los vinos carísimos. Si abres un Grand Cru de Borgoña puedes llamarnos. Siempre. Estaremos muy contentos. Pero lo que de verdad nos place (en el sentido estricto de proporcionarnos placer) es encontrar un vino bien hecho, con mimo y cuidado que se pueda beber cada día. Un vino que se hace para beber en casi cualquier ocasión. Lo que entra en esa categoría tan deliciosa que llamamos pequeños placeres de la vida. Ahí están los vinos de sed.

Los ingleses también los llaman quaffers (Erik Asimov dixit), los franceses vin de soif y nosotros, vinos de sed.

En los vinos de sed el mantra sería simplicidad y sutileza.

 

A qué sabe el vino de sed

Son vinos evidentemente afrutados, y ese es su principal activo. Nada de aromas empalagosos ni demasiado intensos. La sutileza es una de las claves. Notas ligeras de frutas y flores (pero no dulzonas) siempre fresco, incluso un toque herbáceo, verde, no molesta sino que intensifica esa impresión de frescor.

Otra característica es la baja graduación, por debajo de 13%, que el 13% ya se antoja fuertecito. Ese grado alcohólico moderado refuerza la sensación de frescor y ligereza.

Los vinos de sed tienen acidez: es más son orgullosamente ácidos. Y es que, os lo hemos explicado muchas veces aquí, la acidez es sinónimo de juventud y de frescor. No es una característica negativa, al contrario, un vino sin acidez es un vino pesado y pastoso. Una acidez bien integrada da sensación de brillantez y lejos de molestar alegra el paladar. Ligeros y finos, los vinos de sed pasan por boca vivificando y dejando una sensación viva y alegre.

A veces es bueno definir un concepto a partir de su contrario. Así que, un vino de sed es todo lo contrario a un vino potente y estructurado. Nada que ver con la suntuosidad de los vinos opulentos. Aquí la simplicidad es el mayor de sus encantos.

Así todo junto, es fácil entender el por qué de su nombre: se trata de calmar uno de nuestros más primarios requerimientos, la sed.

 

vino de sed

 

Cómo se hacen

Cuando describimos los vinos de sed, hay gente que tiende a pensar erróneamente, que no nos tomamos muchas molestias en hacerlos. Que no son serios. ¡No! Las cosas que parecen más sencillas son, muchas veces, las más complicadas de conseguir. Así que, que el resultado sea ligero y sencillo no quiere decir que sean vinos que se hacen como churros. Tienen su enjundia.

En la elaboración suele primar una mínima intervención y una viticultura que roza lo ecológico, si no lo es directamente. Por ello, suelen tener niveles de sulfitos bajos, aunque no es un requisito indispensable.

El nivel de extracción es igualmente importante. Las maceraciones son cortas por lo que la extracción es muy baja. Eso redunda en la ligereza que se ve ya en el color. Uno de los signos distintivos de los vinos de sed es que tienen muy poco color. Son vinos de poco color y poca capa. Tintos translúcidos. Como diría un francés, poco vestido.

Lo mismo es cierto con respecto al uso de roble, el vino de sed apenas lo toca o, directamente, no lo toca. Algunos vinos de sed usan barrica vieja para su crianza. Así no predomina el olor a roble, eso sí que va contra sus principios. Pero consiguen que el vino respire y evolucione un poquito.

 

Regiones y variedades

Tampoco hay un patrón establecido acerca de la región o la variedad. Pero sí que hay zonas más adecuadas y variedades más fáciles para trabajar así.

  • Normalmente, viene de regiones septentrionales, donde un verano poco caluroso permite una maduración lenta sin excesivos grado alcohólicos. Aunque hay ejemplos maravillosos en zonas mediterráneas (que salude Ultraligero) generalmente son vinos más atlánticos.

  • Obviamente hay variedades que por su elevada concentración no son tan adecuadas. Por ejemplo, Tinta de Toro. Mientras que Pinot Noir o Mencía son variedades más fáciles para elaborar vinos así.

Otra característica es que no son vinos para guardar. Aquí lo del potencial de envejecimiento nos trae sin cuidado. Aquí buscamos fruta, frescor y ligereza. Así eso de la guarda ni nombrarlo.

Para terminar, permitidnos ponernos pesaditos: que sea fácil de beber no significa que sea fácil de hacer. Se necesitan unas uvas de mucha calidad (porque no hay maquillaje en bodega para estas uvas), un enólogo diestro para encontrar el punto exacto de maceración y una buena tecnología para llevarlo todo a cabo.

 

vino de sed

Para quién son

Los vinos de sed son para todos. Queridos. Hasta para aquellos que prefieren los vinos opulentos y ricos pueden disfrutar de algo tan fácil como esto.

Sobre todo, valen para casi cualquier ocasión. Así que os evitaréis pasar un buen rato eligiendo el vino que más puede gustar a los invitados o que mejor va con tal o cual comida. Es un vino para no complicarse. Si necesitas copas Riedel o Leonardo, si hay que decantar o no, son cuestiones sin importancia para estos vinos. 

Ya os lo hemos dicho, el vino de sed no es vino para envejecer. Vinos que no cuestionan y abrirlos no da ningún remordimiento. Son vinos para beber y disfrutar cuando son jóvenes. Vinos de poco color, sutiles y finos a los que nadie puede negarse. Ese es su irresistible encanto.

Siempre y cuando sacien esa necesidad tan primitiva que es la sed, estos vinos son siempre bienvenidos en la mesa.

 

¿Por qué están de moda?

Esta tendencia de los vinos de sed se entiende por la propia evolución de los gustos en la consumición. Durante años, asumimos que un buen vino era el potente, el intenso. El vino con mucha barrica, uva muy madura y una buena carga de tanino que saturara el olfato y avasallara el paladar. Pero el péndulo de la moda osciló hasta el lado contrario. Nuestros sentidos hartos de tanta intensidad reclamaban vinos fácilmente bebibles, fácilmente entendibles. Que no necesitaras una carne de caza para acompañarlos, ni tus mejores copas ni tus mejores galas. Ni décadas de envejecimiento en tu bodega antes de abrirlos.

La moda ha ido a vinos que no reclamen la atención de todos en una mesa. Vinos que no intimiden a nadie, por el miedo a no saber apreciarlos (ya sabéis lo de: no, si yo es que de vino no entiendo). Los abres, los bebes y listo. Sin pena pero con toneladas de gloria.

 

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