Txacolí de Guetaria

Txacoli de Guetaria

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  • 750 ml

    Hondarrabi Zuri D.O. Txacoli de Guetaria Vino Blanco

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Txakolí (también llamado Txakolina o Chacolí) es el vino tradicional del País Vasco. El clima, como bien sabéis, es fresco y frío con nieblas y una repetida lluvia que tiñe verde las colinas y los viñedos en las laderas. Muchos de los viñedos tienen algunas de las mejores vistas al siempre inquieto mar Cantábrico.

La región de Txacolí se caracteriza por pequeños productores familiares de uva, que luchan por conseguir una madurez adecuada en sus uvas, en este clima complicado. De alguna forma, luchan también por la supervivencia de su propia tradición. Una tradición que cuenta con una viticultura única y una elaboración muy peculiar, fuertemente arraigada en el terroir.

Hay que decir que hace años esa tradición podía estar amenazada, pero los vascos han conseguido sacarla de sus valles y hacer del Txacolí algo internacional. Y si no que levanten la mano los japoneses, donde es uno de los vinos blancos más reconocidos.

Hasta hace poco tiempo, la mayor parte del vino Txakolí se consumía dentro de la región. Pero eso ha cambiado. Esto mismo es lo que ha obligado a muchos elaboradores a replantearse su trabajo. Como cultivaban, como elaboraban y como lo comunicaban.

La gastronomía vasca ha sido sin duda el mejor espejo en el que mirarse. Además de un impulsor de estos vinos más allá del propio País Vasco. Pero también hay méritos propios.

Es en 1989 cuando Getaria obtiene su Denominación de Origen (DO), creándose la DO Bizkaiko Txakolina en 1994 y la DO Arabako Txakolina más nueva, pequeña y de interior generada en 2001. Así que no hay un solo Txacolí, hay 3.

Txakolí: ¿qué lo hace tan único?

La uva blanca más utilizada tiene el impronunciable nombre de Hondarrabi Zuri. Se permiten diferentes uvas locales en la mezcla, según las leyes de esa denominación específica.

Muchos productores están comenzando a elaborar un vino rosado de txakolí, a base de una mezcla de uva blanca Hondarrabi Zuri y la tinta Hondarrabi Beltza.

Aparte de su origen, el txakolí es único por varias razones. En primer lugar, está la forma en que se sirve el vino. Según la tradición vasca, el vino se vierte en vasos altos de fondo plano escanciándolo a unos 5 cm del vaso.

Esta acción de escanciar agita el vino, potenciando la efervescencia natural del Txakolí. El CO2 que queda de la fermentación y que, a propósito, no se elimina antes del embotellado se libera dando lugar a las características burbujas, finas y cosquilleares, tan típicas del Txacolí.

Por supuesto, esta parafernalia forma parte de la propia historia del Txacolí y potencia el carisma del vino.

En términos de estructura, el txakolí tiene una acidez natural muy elevada, debido a ese clima fresco y húmedo que la decíamos. Ese frescor natural, junto con su alcohol moderado y su cuerpo ligero, hace que sea un vino que maride perfectamente con mariscos y pescados. ¡Y por supuesto con pintxos! Al ser tan refrescante, invita a beber y limpiar el paladar entre pintxo y pintxo. Por muy distintos que estos sean y por más fuertes que sean.

¿Qué más podéis encontrar?

A menudo encontrareis una increíble mineralidad salada en este vino, dependiendo como estén de cerca de los viñedos del mar. Pero así sentiréis el Cantábrico.

La ubicación, la altitud de los viñedos y la proximidad al mar juegan su papel en el sabor del vino. Otros factores incluyen las características de la cosecha, la mezcla de variedades locales utilizadas en la mezcla y el "estilo de la casa" del productor.

Además de la versión rosada, que os dijimos antes, algunos productores están experimentando con crianzas sobre lías o en madera de acacia para aumentar su cuerpo y añadir complejidad.

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